miércoles, 25 de noviembre de 2009

Una historia de la vida real (Consecuencias)

Lo que a continuación relataré es completamente cierto, fuí testigo, y hasta yo pude resultar afectado:

Regresaba desde el centro de la ciudad a mi trabajo luego de realizar unas gestiones, llegué hasta la calle Buenavista y Olmedo, atravesé hasta el parterre la primera calle, y me detuve allí a esperar que los vehículos dejen de pasar para poder proseguir mi camino, y de pronto dirijo mi mirada hacia el lado izquierdo y veo parado a un metro de mi persona a un conocido drogadicto-trastornado mental, todo sucio, andrajoso, sin ropa que cubra su torso, pantalones que casi se le caían por lo flaco de su contextura física, consecuencia del consumo de drogas y la falta de alimentación. Su rostro denotaba rabia, enojo, y de pronto emitió un escupitajo hacia donde me encontraba yo, por suerte no me alcanzó. Esperé a que se adelante en su camino, pues se dirigió en el mismo sentido en que yo iba a proseguir mi marcha.

Unos metros mas allá, cruzando la calle se encontraban un grupo de unas 3-4 personas realizando un trabajo en el edificio esquinero de una conocida clínica de la ciudad de Machala, mientras el loco-drogadicto se aproximaba al grupo de personas empezó a emitir incoherencias y maldiciones a diestra y siniestra, ante lo cual los obreros respondieron con palabras parecidas, tildando al guiñapo humano de loco hijue..., y más groserías, solo por diversión y por molestar al demente. Pero este se enojó aún más, elevó la voz, redobló el calibre de sus improperios, mientras yo continuaba mi camino unos 10 metros más atrás.

El loco totalmente enojado, agarró una botella de refresco de vidrió que se encontraba en la calle (los ecuatorianos son campeones para ensuciar las ciudades y dejar desperdicios) y la arrojó contra el muro adyacente al edificio de la clínica, y por centímetros no impactó a una chica que caminaba en dirección contraria, viendo aquello, me asusté, y de inmediato crucé la calle Olmedo hacia la otra acera.

Unos metros más allá agarró una gran piedra y la arrojó con fuerza impactando a un vehículo estacionado, y por suerte no rompió el vidrio de la ventana del conductor, mientras el orate seguía mascullando incoherencias y una retahila de "malas palabras".

Mientras tanto yo continuaba caminando por la otra acera, observando y escuchando todo lo que sucedía, hasta que alcancé a ver una señora anciana, flaquita, humilde, que llevaba la vianda del almuerzo a un familiar (eran las doce y quince del medio día) y caminaba justo en dirección contraria al loco, y sucedió el encuentro, pero con la terrible consecuencias, puesto que el orate habiendo perdido el control de los impulsos y el contacto con la realidad, le asestó un puñete en la cara a la anciana, tirándola al piso, y cayendo con su pierna izquierda flexionada en  posición innatural, lo cual provocó gran dolor a la pobre señora. Atravesé la calle inmediatamente para ayudar a la pobre señora, mientras una chica que había llegado antes que mi persona trataba de levantarla del suelo, pero los gritos de dolor eran terribles, cuando la chica y yo tratábamos de poner en pié a la venerable anciana. Hasta mientras un sinnúmero de curiosos se había acercado a ver que sucedía, y optamos por dejar a la señora acostada y llamé a la ambulacia. De pronto noté que del lado izquierdo de su cadera sobresalía una protuberancia, y allí me dí cuenta que la pobre mujer se había luxado la cadera, lo cual explicaba el tremendo dolor que se notaba en los gestos y quejidos de la viejita.

Para mala suerte, la anciana había caido justo en el charco producido por la condensación de un aire acondicionado, por lo cual sus ropas estaban todas mojadas y enlodadas. Llegó la ambulancia, y opté por retirarme, pensando, en como la idiotez y la imprudencia de un grupo de ignorantes podía causar desgracias y sufrimiento a los demás. El loco, bien gracias, pues como es un ser irresponsable, no tiene culpa de sus actos, pero aquellos que molestaron al loco deberían tener por lo menos remordimiento por causar daño a terceras personas por las consecuencias de sus actos. No quiero ni imaginarme cuanto le habrá costado a la familia de la señora el tratamiento de la luxación de cadera, tanto en lo económico, como en lo emocional y tiempo.

Luego de aquellos sucesos, quería escribir esta historia, porque parece increible, que en pocos segundos puede cambiar la trayectoria de tu vida, por eso, la vida es relativa, y todo conlleva una consecuencia, para bien o para mal.

Moraleja: ¡Nunca molestes a un loco!

1 comentario:

  1. super interesante tu historia!!! :) no molestare a un loco !!! jajaja http://sexualidadymenteabierta.blogspot.mx/

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